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ALFABETIZACIÓN EN JUSTICIA MENSTRUAL Y EDUCACIÓN SEXUAL 

La realidad de hombres y mujeres en cuestión de igualdad dista mucho de lo que se espera en el pleno siglo XXI.

Situar sobre las mesas de diálogo temas que garanticen los derechos del ser humano es una necesidad que se ha planteado desde las más grandes revoluciones. Ahora, es importante precisar que cuando estas luchas son femeninas parecen ser un zumbido molesto de protestas que solo colapsan las grandes ciudades. ¿Serán estás pequeñas voces las portadoras de la igualdad violeta?

LOS OVARIOS QUE LE FALTAN A LA HISTORIA 

Los derechos de las mujeres modernas no reflejan sus esfuerzos históricos

Hablar de feminismo cada vez es más frecuente y aunque en el mundo entero los desafíos por la igualdad siguen siendo innumerables. En América Latina no solo se les suma la falta de educación en sexualidad y justicia menstrual, sino que a la par hay que vencer la barrera de la pobreza.

Este reportaje contiene unas pocas de las muchas miradas que existen de mujeres que entienden la justicia y equidad en sus vidas desde los derechos de otras. Que además reconocen sus mayores logros, pero también los obstáculos para mirar el futuro con los ojos del feminismo.

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PRIMERO LO PRIMERO: HIGIENE Y EDUCACIÓN

¿Enseñanza para ganar una nota o para ganarse la vida?

Un mundo para hombres. Así nos lo ha enseñado la historia, quizá de manera consciente o no, a través de los años. Inclusive, en la inocencia de nuestros padres al comprarnos los juguetes que tanto soñamos de pequeños. A los chicos siempre se les motiva para ir a la calle; con la patineta, la espada o los implementos para ir al campo y desafiar la naturaleza. A nosotras, por el contrario, nos venden las bebés para el cuidado, la casita de muñecas y los implementos de aseo en miniatura para ejemplificar la labor de nuestros padres. Está es una de las tantas realidades repetidas para las activistas del documental Qué coño está pasando.

Precisamente es el método educativo que se encuentra en lo que podríamos denominar una crisis ante las pocas respuestas que brinda a la tarea de ser mujer. Lo anterior, no solo abarca las charlas, a veces nulas, en los hogares de familia por incomodidad, sino que llega hasta las aulas de clases de los colegios, que como bien sabemos son los primeros formadores externos que las niñas tienen en su edad temprana.

En las charlas del colegio no nos vemos representadas porque no hay un personal preparado para hablar al respecto, y como las bases son católicas el tema se convierte en tabú; ni si quiera hay dispensadores de toallas higiénicas o tampones. Si te viene el periodo y tu amiga no tiene nada, paila. Así, cuenta su experiencia Sara Fernández, quien a sus 14 años reconoce que hablar de educación sexual y términos como justicia menstrual en la ciudad de Medellín representa un vacío no solo desde las instituciones sino en una cultura sesgadamente arraigada a lo conservador.

Bien se ha dicho y no solo en las marchas realizadas por muchas mujeres alrededor del mundo que la educación sexual y productos de higiene deberían ser un derecho y no un privilegio como lo que se demuestra en los países de América Latina e inclusive, medio oriente. Esto nos sitúa no en el extremo de considerarnos impuras cuando sangramos, como en algunas culturas. Sin embargo, sí en tener casos en los que las niñas de zonas más vulnerables del país como Chocó, deben ausentarse una semana entera de sus actividades académicas por falta de toallas higiénicas o tampones que retengan su sangrado. Pareciese ser que algo biológico, en países como Colombia, termina siendo también un privilegio de clases sociales.

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Invertir en una buena gestión de la higiene menstrual para permitir que las mujeres y las niñas alcancen su máximo potencial es una medida crítica para construir el capital humano de una nación a lo largo del tiempo, afirma  para El País Jennifer Sara, directora senior de la Práctica Global de Agua del Banco Mundial. Sin embargo, los estudios y experiencias demuestran que en el país las campañas para el cuidado de la higiene de la mujer y educación sexual son temas destinados solo para pocas entidades como Profamilia, más no es un tema de Estado.

Este último hace su presencia sí, pero no garantiza un mayor cubrimiento a las niñas y mujeres de la capital antioqueña, pues no es difícil para el buen observador percibir la desigualdad persistente en Medellín, siendo un tema que no solo tiene barreras económicas o de educación sino por un desconocimiento mismo de los encargados a tratar dichos temas. Para Adriana Aguirre, encargada de manejar temas de sexualidad y derechos sexuales y reproductivos desde la Secretaría de Salud lo más importante es llevar a conocer a todas las mujeres el cuidado prenatal en las comunas más vulnerables y quitar el tabú en la sexualidad, garantizando la disminución del embarazo adolescente.

Aun teniendo en cuenta los esfuerzos de la administración local para hablar de sexualidad y justicia menstrual desde un ámbito meramente académico queda la pregunta en el aire de ¿qué se necesita para gozar de este derecho? Ya sea como conocimiento o acceso a productos de higiene, pues en esto último la situación también es compleja. Según El Espectador en el artículo El derecho de la salud menstrual: una deuda del Estado con las mujeres, las habitantes de calle tienen que rebuscar toallas higiénicas dentro de la basura para superar sus días de sangrado.

Entender y analizar el caso anterior desde un ámbito de derechos humanos enseñado, conversado, debatido y estructurado desde las bases del hogar y la educación en los colegios, sin duda alguna garantizará una reevaluación de las políticas del Estado, el cual necesita sentir que su trabajo de igualdad no solo está hecho por garantizarle a las mujeres el derecho al voto sino que también debe, como lo pide Fernández, garantizar un espacio de diálogo en donde hablar de menstruación y reproducción no represente una incomodidad, una burla por parte de nuestros compañeros o en sí mismo, una condición de desigualdad.

En un panorama ideal las preguntas quedarían con sus respectivas respuestas. Sin embargo, por ahora hay que tener claro que lo necesario es hablar de la menstruación en espacios seguros, romper el estigma en las familias, comunidades y escuelas, permitiendo superar los tabúes y prejuicios. Además, de mejorar las prácticas pedagógicas de las comunidades escolares para el abordaje integral de la salud sexual y reproductiva para fortalecer las habilidades en el manejo de la menstruación e higiene personal.

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HOY POR TI, ¿CUÁNDO POR MI?

El sistema económico del país hecho por y para hombres

¿Realmente en el país mujeres y hombres se benefician de una igualdad? ¿Bajo qué criterios se consolida el concepto de igualdad si las bases biológicas son diferentes? Estas y seguramente muchas preguntas más rondan diariamente en la cabeza de activistas que se dedican a conseguir justicia en cuanto al proceso menstrual y actividades económicas de las mujeres se trata.

La Fm en su informe El Estado deberá dar toallas higiénicas gratis a habitantes de calle, explicó que la Corte Constitucional concluye que la falta de productos higiénicos para las mujeres es una clara violación a los derechos fundamentales y dignidad humana, como es el caso de las habitantes de calle. Sin embargo, aunque el Estado debe tomar medidas al respecto, la realidad dista en gran medida de las acciones que se realizan para que esto se cumpla a cabalidad. Por ende, dichas prácticas o para lo que algunas serían, sueños incumplidos, se quedan únicamente en las campañas de publicidad de empresas privadas que reparten estos productos de higiene una vez al año en las instituciones educativas de la ciudad.

La realidad también refleja no solo un desbalance en ámbitos cotidianos que lastimosamente se han normalizado o desmeritado, como la diferencia de salarios entre hombres y mujeres, considerando que estas últimas laboran más horas por recompensas mucho menores. Aquí, no solo se estipulan las horas de trabajo fuera del hogar sino las largas jornadas en lo que para Laura Rangel y Natalia Moreno, escritoras del libro Menstruación Libre de Impuestos, se ha denominado la economía del cuidado, en la cual las mujeres se encargan de la limpieza, cocina, cuidado de los niños y personas mayores porque tienen ese don o delicadeza, creando por una convención social que las caracteriza como las más sensibles.

Esta economía no entra a encabezar las listas tributarias que el gobierno considera como productivas, pero sí se beneficia en el cobro de impuestos para sostenerse en la imagen patriarcal de la cual siempre se ha beneficiado. Por ende, si pensamos que menstruar no es opcional y las mujeres suelen ganar menos que los varones (en Argentina y Colombia la brecha salarial de género es del 27%, en México ronda el 28%) que al pagar los elementos que necesitan para atravesar el sangrado paguen el mismo IVA que si compran una botella de whisky o un celular solo profundiza la desigualdad, como lo reseña Playground en Menstruación: el activismo por justicia menstrual.

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Si bien, en el país, el proyecto de ley Menstruación Libre de Impuestos logró que el Estado eliminara los impuestos a las toallas higiénicas por ser consideradas como productos de primera necesidad, aún queda mucho por hacer. La economista Laura Moisá, afirma que la reforma tributaría afecta especialmente a las mujeres que hacen parte de los sectores más vulnerables. Entonces nos venden la idea de tributo neutral, que consiste en que todos pagamos lo mismo sin importar que el consumo sea mínimo, excepto claro, que se trate de productos rosas.  

Lo anterior nos deja ver que particularmente en Colombia las mujeres tienen dos características y es que la pobreza y la informalidad en el país son femeninas. Para Moisá la economía debe enseñar un montón de cosas como la discusión de pobreza, debates más ligados a las realidades que afronta el mundo. Plantearse si los costos que pagamos hoy son justos… Hay que entender que la economía sigue teniendo un aspecto social y los economistas deben empezar a preguntarse por focos de género.

Considerando con esto que la educación se complementa con un estudio minucioso de cada sector del país que signifique el valor de ser mujer y los mayores esfuerzos que esto representa, tanto desde el ámbito personal hasta el momento de tocarse el bolsillo, que bastante cuesta en un sistema económico desigual. Con lo anterior, y como lo afirma el artículo Feminismos: las claves de la campaña que convirtió a Colombia en el primer país de la región libre de impuestos a las toallas higiénicas y tampones, el 14 de noviembre de 2018 fue un día histórico, pues después de tres años de activismo, la Corte Constitucional decidió quitar el impuesto al IVA de toallas, tampones y protectores higiénicos.

No obstante, hay que considerar que son innumerables las marcas como el impuesto rosa, el cual según Moreno consiste en ponerle un precio más alto a los artículos catalogados para mujeres por considerarse como un lujo. Lo difícil es lograr que estas empresas, por lo general monopolios, entiendan que no se decide menstruar y por ello no representa una condición especial o de privilegio. Mientras que la desigualdad en los precios es el significado de un Estado fallido en cuestión de derechos humanos.

El camino es largo pero los frutos de esfuerzos colectivos para demostrar que en los países de América Latina hay problemáticas de igual importancia que la corrupción, el sector salud y gastos que deberían enfocarse en el cuidado de los ciudadanos antes que la guerra, deben reconocerse, para soñar lo que se exclamó en España en las marchas del 8M: el futuro será feminista o no lo será.

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SALUD ES SINÓNIMO DE ACCESO A INFORMACIÓN

La salud de las mujeres para erradicar las brechas en desigualdad

Se tiende a considerar que las necesidades en salud son las mismas para los hombres y las mujeres, pero desde la anatomía hasta las cargas sociales que los moldean son opuestos. Cada uno debe asumir los retos y cambios de su cuerpo partiendo de lo que su entorno le enseñe y garantizar información veraz en un espacio de confianza es tarea de todos. Para las mujeres, el acompañamiento especializado durante la edad fértil es garantizar la justicia menstrual.

Para muchas culturas y por miles de años, la menstruación ha sido asociada con enfermedad, suciedad, impureza y por supuesto, como un fenómeno del que es mejor no hablar. Algo que todos saben que existe, pero se ignora. La menstruación tiene que ser invisible: no notarse, no olerse y sobre todo, no nombrarse. De ahí vienen todas las contraseñas que las chicas utilizamos para hablar de esos con otras mujeres, según el artículo Menstruación: el activismo por justicia menstrual de Playground.

Gracias al rechazo y los mitos que se han creado alrededor de la menstruación, las mujeres, sin importar su estrato o nivel educativo, tienen que asumir un proceso natural para sus cuerpos como una carga. Miles de niñas alrededor del mundo deben faltar a la escuela por no contar con los productos de higiene para asumir su periodo. Millones gastan dinero extra en productos para estar ‘’limpias’’ como pañitos húmedos con perfume y desodorantes íntimos que ponen en riesgo su salud al desestabilizar el pH y causar irritaciones.

Para Clara Giraldo, líder del grupo Salud de las Mujeres de la Universidad de Antioquia, los hombres viven con privilegio y las mujeres tienen que hacer algún tipo de protesta como la llamada pequeña revolución de las cosas desde la casa, trabajo y el espacio político. Las mujeres se aguantan, quizá por miedo a recibir una mala reacción. Les toca arreglar la casa, hacer la comida, quedarse hasta altas horas de la noche realizando labores domésticas, atender al marido sexualmente y ahí es donde se ve el machismo en la cotidianidad. La salud de las mujeres debe ser vista desde muchos ángulos. Desde la fisonomía, apropiándose de su sistema sexual para el cuidado y disfrute, pero también desde lo mental y la protección del proyecto de vida de cada una.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su reporte Panorama Social de América Latina 2015 señala que los hogares de menores recursos concentran una alta proporción de mujeres en la edad de mayor demanda productiva y reproductiva y que las mujeres entre 25 a 59 años de edad de los países estudiados se encuentran sobrerrepresentadas en el quintil más bajo de ingresos hasta en un 40% respecto a los hombres, de acuerdo al artículo Mujeres en edad fértil: Etapa crucial en la vida para el desarrollo óptimo de las futuras generaciones. La razón de esta desigualdad: la imposibilidad de conciliar entre las obligaciones del hogar no remuneradas, asignadas a las mujeres, con el mercado laboral.

La carga del hogar más las exigencias profesionales sitúan a la mujer en una situación vulnerable y desigual. Además, de asumir entornos y situaciones que aun hoy, en pleno siglo XXI con una revolución feminista y una lucha por los derechos humanos siguen existiendo como lo son el matrimonio forzado y precoz, la trata de personas, abusos sexuales, embarazo adolescente y falta de atención en salud y controles en la maternidad. El acceso a información, la defensa de los derechos de la mujer y la protección del proyecto de vida también es salud en las mujeres.

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Para Adriana Aguirre, líder de proyectos en educación sexual de la Secretaria de Salud de Medellín, a pesar del trabajo en las comunidades por el eliminar los mitos en la anticoncepción y del trabajo en proyectos de vida, la sexualidad no es un tema que se hable en los hogares y sigue siendo muy tabú. Hay muchas barreras para que los padres permitan que las chicas accedan a un método de planificación. Asimismo, reconoce como es fundamental el empoderamiento de los derechos desde los primeros grados escolares hasta los que ya están por graduarse. Pese a los esfuerzos por garantizar información veraz en salud, no existen leyes que le garanticen los productos de higiene a las niñas y mujeres que no pueden obtenerlos.

El sistema de salud que nos rodea se hace el ciego de las necesidades de la mujer. Necesidades que, por mucho que se ignoren, siguen siendo una realidad. Como lo menciona el artículo Mujeres en la edad fértil: Etapa crucial en la vida para el desarrollo óptimo de las futuras generaciones el embarazo no planificado independiente de la edad cambia la ruta de vida de los padres, bien porque el embarazo se acepta y en consecuencia se tiene el bebé, o bien porque se interrumpe y se vive la experiencia traumática o no de la pérdida. Las barreras son grandes y las mujeres prefieren asumir obligaciones antes de hablar de temas que, por tradición, es mejor no mencionarlos. Salud en mujeres es velar por el acompañamiento psicológico en la situación que desee y asuma cada mujer.

Salud en mujeres también es sinónimo de proyectos de vida y de la posibilidad de elegir. Es asumir la sexualidad con responsabilidad, acompañamiento y consentimiento. Salud en mujeres es garantizarle un futuro y luchar por erradicar las brechas en desigualdad y la perpetuación de la pobreza. Es dejar el miedo de tocarse, revisarse y conocerse. Y, a pesar de no tener las mismas necesidades de los hombres, como lo menciona Giraldo ningún modelo particular para atender a una persona puede ser estandarizado. Mujeres y hombres son distintos, pero también cada ser humano es único y si hay siete mil millones de personas en la tierra, todos son singulares y merecen atención que no reciben. Reconocer la unicidad es lo que nos lleva a mejorar los estándares de atención.

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¿POR QUÉ ACTIVISMOS POR JUSTICIA MENSTRUAL?

Hablemos de un camino por recorrer

¿Podemos hablar de justicia menstrual en Medellín desde la educación sexual? Queda mucho camino por recorrer. A pesar de que las brechas sociales no influyen en el acceso a la información, porque la menstruación sigue siendo un tabú sin importar el estrato socioeconómico, sí es una ciudad desigual para garantizar el acceso a los productos de higiene menstrual y para cuidar la salud de las mujeres en su edad fértil. La educación sexual desde los hogares hasta los colegios es ineficiente y sigue partiendo de mitos que contribuyen a hacer más grande la barrera.

Se cuenta con una suma de desinformación, educación sexual ineficiente y brechas económicas. Como lo mencionábamos en nuestra justificación de investigación, en la ciudad de Medellín no existe una adecuada educación sexual y menstrual que le permita a las mujeres ser conscientes de los procesos y cuidados que su edad fértil conlleva, por lo tanto, el desconocimiento frente al tema genera desigualdad en las condiciones de salubridad y adquisición de productos para su cuidado.

Actualmente, a nivel mundial se están dando luchas por la justicia menstrual. Escocia es el primer país del mundo en darle productos de higiene gratis a las mujeres. En Colombia, desde el 14 de noviembre de 2018, se les quitó el IVA a las toallas higiénicas, tampones y protectores gracias a la lucha y perseverancia de mujeres. Además, la Corte Constitucional expresó que es una violación a los derechos fundamentales y la dignidad humana que las mujeres que habitan las calles no cuenten con implementos sanitarios durante su ciclo menstrual. A pesar de esto, queda camino por recorrer.

Asumir y combatir la desigualdad es exigirle al Estado acceso a una verdadera educación sexual sin pelos en la lengua en ambientes de confianza, es asegurarle el acceso en salud a miles de mujeres que necesitan apoyo psicológico y físico sin ser juzgadas y es garantizarles un ciclo menstrual sano con productos que no pongan en riesgo y salud. Asimismo, que cada una sea consciente de su cuerpo y cuente con los mecanismos para luchar por su proyecto de vida. Hablar de menstruación en espacios seguros es un derecho. Romper el estigma con nuestras familias, escuelas, amigos y expertos en salud no es una opción.

Cabe resaltar que obstáculos como el acceso a un educación sexual o justicia menstrual no solo se presentan en América Latina, sino en el mundo entero. Sin embargo, la región se caracteriza por ubicar a la población femenina entre el eslabón más pobre, pues si bien suelen realizar mayor trabajo que los hombres no son remuneradas en concordancia con las horas laboradas. Además, la economía del cuidado y del hogar aún sigue siendo una tarea exclusiva para las mujeres, como si limpiar la casa o cuidar al niño viniera con etiqueta de género.

Queda pues la discusión en la mesa de trabajo para todo aquel que pretenda unirse a las causas de miles de mujeres que están comprometidas con el activismo. Así, como representan logros, o intentos, de igualdad en los estrados más altos de un gobierno que por historia fue, es, pero no podrá ser eternamente conservador. Las grandes voces femeninas necesitaran seguir incomodando a quién le moleste hablar de menstruación y derechos para las mujeres, por muy ilusorio que sea tocar un tema que se cree ya superado en pleno siglo XXl.

Profundizar en una educación sexual de calidad, conversar sin tapujos, garantizar productos para los ciclos menstruales, métodos anticonceptivos y resignificar el valor de las labores femeninas en la historia de un mundo moderno es realmente admitir que el violeta es de ellas, pero el futuro tiene que ser de todos. 

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